sábado, 18 de mayo de 2019

PRÁCTICA 10: LA EDUCACIÓN EN 2030.

Me encontraba en el parque una agradable tarde de primavera con mi padre y mi hija. Mi padre es un antiguo profesor de Matemáticas que se jubiló hace unos 10 años. Mi hija es una niña de 9 años muy aplicada y responsable que adora pasar tiempo con su abuelo.

Mi padre se preocupa mucho por la educación de mi hija y, por tanto, comenzó diciéndole:
- Rocío, ahora mismo tendrás las vacaciones de Semana Santa. ¿No tienes ningún examen las próximas semanas? Tendrás que repasar o hacer deberes...

Mi hija me miró extrañada y contestó a su abuelo:
- ¿Exámenes, abuelo? Yo no tengo exámenes ni deberes para hacer en casa. 

Mi padre, sorprendido, pensaba que mi hija le estaba tomando el pelo y le preguntó: 
- Pero, ¿tu profesor no manda tareas sobre lo que ha explicado para que los niños hagáis en casa? 
- No, abuelo. Estás confundido. 

 Al ver que mi padre andaba un poco perdido, le informé de que los exámenes que él realizaba a sus alumnos cuando era profesor se habían sustituido por pruebas a modo de juegos, con el fin de eliminar el conocimiento básico de memorizar algo y plasmarlo en papel, dado que se buscaba una mayor experimentación y una menor memorización. Además, le expliqué que los profesores tampoco mandan deberes para realizar en casa. 

Mi padre, no muy convencido, prefirió seguir investigando y le pidió a mi hija que le prestara su mochila del colegio:
- Rocío, déjale al abuelo tu mochila para que vea cómo son ahora los libros de Matemáticas. 
- ¿Libros? Yo no tengo ningún libro en mi mochila, abuelo – dijo Rocío. 
- ¿Cómo? ¿Entonces qué llevas? – preguntó mi padre muy desconcertado. 
- Pues mira, abuelo, llevo solo la tablet y en ella tengo toda la información que necesito. 

Al ver que mi padre no daba crédito con lo que Rocío le estaba contando, decidí intervenir: 
- Papá, este año se ha decidido que cada niño lleve una tablet al colegio y ahí guardan todos los contenidos y, además, pueden buscar la información que necesiten en el mismo instante. 

En este momento, mi padre y yo reflexionamos cómo había sido nuestra educación, pues en esos años debían dar gracias por tener un profesor que les enseñara, dadas las circunstancias y la pobreza que había. Así pues, mi padre no podía concebir cómo antes no había ni si quiera un plato de sopa para comer y ahora los niños poseían esos aparatos para llevarlos a clase. Además, recordó cuando pasaba días completos consultando libros de la biblioteca o accediendo al único ordenador que allí había, mientras que, actualmente, los niños tenían acceso a esto desde el sofá de sus casas. 

Supe que esta conversación iba a acabar pronto cuando Rocío comenzó a explicarle a mi padre cómo era el funcionamiento de sus clases: 
- Lo paso muy bien en clase, abuelo. Mi profesor siempre nos explica cómo tenemos que buscar en Internet la forma adecuada de dividir y multiplicar. Nos pone vídeos y realizamos juegos. 
Mi padre se sorprendió muchísimo al descubrir que el profesor no era el único transmisor de conocimiento, ya que se explicaban los contenidos a través de vídeos y se le daba mayor importancia a Internet. 

Entonces, dijo mi padre: 
- ¿Para qué queremos al docente si todo lo que queremos saber aparece por Internet? 
Tras esta conversación, mi padre descubrió que nadie iba a ejercer esta profesión tan bonita y gratificante de la que tanto él había disfrutado, pues nadie enseñaría sus conocimientos y nadie necesitaría un profesor para aprender porque esa labor la podían realizar los dispositivos electrónicos. 
Finalmente, mi padre suspiró y pronunció: - ¡Qué pena! 

Esa tarde fui consciente del gran cambio que se había producido en la educación en tan solo unas décadas, algo que nunca había pensado que fuera de dicha forma. Asimismo, pude reflexionar sobre la posible pérdida de esta profesión y, también, de los documentos en papel, sustituidos por los dispositivos electrónicos.

1 comentario:

  1. Tienes razón escribes muy bien te felicito. Hice filología como tu y leyendo el relato te quedo bien. Cierto es lo que dices.

    ResponderEliminar