jueves, 14 de marzo de 2019

La mirada del otro


Para realizar esta práctica me he basado en las vivencias de un adolescente conocido, alumno en el instituto donde realicé mis prácticas. Este alumno se llama Sergio, tiene 16 años y cursa 1º de Bachillerato.

Si echo la vista atrás, recuerdo que todas las noches me quedaba dormido mientras mi padre o mi madre me leía un cuento, no podía ser de otra forma. De este modo, entre todos ellos, no he podido olvidarme de algunos clásicos como Caperucita roja de Charles Perrault, El libro de la selva publicado por Rudyard Kipling, Elmer de David Mckee, Los tres cerditos, Las tres mellizas, La bella y la Bestia, Manolito gafotas, entre otros muchos ejemplares. Además, cuando ya comencé a leer solo, mis padres me regalaron cuentos como Hansel y Gretel de los hermanos Grimm, Charlie y la fábrica de chocolate publicado por Roald Dahl, Fenris, el elfo de Laura Gallego, etc.

Del mismo modo, cuando empecé la Educación Secundaria Obligatoria, comencé a leer libros que me asignaban en la asignatura de Lengua Castellana y Literatura, además de las inmensas lecturas de poemas que realizaba de forma voluntaria. Así pues, recuerdo que a lo largo de esos cuatro años y el primer año de Bachillerato leímos algunos ejemplares como El camino de Miguel Delibes, Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite, El Lazarillo de Tormes, El príncipe de la niebla, León Kamikaze, Doña Perfecta, Mira si yo te querré publicado por Luis Leante, La casa de Bernarda Alba, y adaptaciones de Romeo y Julieta de William Shakespeare, La Celestina de Fernando de Rojas y Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, etc.

Al considerarme un gran lector, además todos estos libros, leí algunos de forma voluntaria como Harry Potter, El niño con el pijama de rayas, La sombra del viento y, sobre todo poemas de Pablo Neruda como “20 poemas de amor y una canción desesperada” o algunas Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer.

Finalmente, aunque actualmente esté de moda la lectura digital, debo reconocer que soy más fanático de la lectura en papel, puesto que me gusta tener guardados todos los libros que me he leído a lo largo del tiempo y poder acudir a ellos de forma física cuando lo considere necesario. Para ello, tengo en mi habitación una pequeña estantería, donde almaceno todos los libros leídos tanto en mi infancia como en mi adolescencia.

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